Según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
Estos tres conceptos, aunque a veces se usan como si fueran sinónimos, son conceptos muy distintos. Tanto es así, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha realizado una definición de cada una de ellas, con el objetivo de que no se confundan.
Se considera como deficiencia la pérdida o anormalidad, permanente o temporal, de una estructura o función psicológica, fisiológica o anatómica. La deficiencia se caracteriza además por la existencia o aparición de una anomalía, defecto o pérdida de una extremidad, órgano o estructura corporal, o un defecto en un sistema funcional o mecanismo del cuerpo. Así, se produce una limitación funcional aparente y objetiva en la vida diaria.
Existen diferentes tipos de deficiencias: físicas (amputaciones, malformaciones, parálisis, pérdida de movilidad), sensoriales (problemas de visión, audición o lenguaje) o psíquicas (enfermedades o trastornos mentales).
Por otro lado, la discapacidad es definida por la OMS como la “restricción o ausencia debida a una deficiencia, de la capacidad de realizar una actividad en la forma o dentro del margen considerado normal para el ser humano”. Las discapacidades pueden ser temporales, permanentes, reversibles o irreversibles. Importante indicar que la persona “no es” discapacitada, “está” discapacitada.
Las discapacidades podemos dividirlas en: de movilidad, de conducta o de comunicación.
Por último, la minusvalía es una situación de desventaja que se encuentra una persona como consecuencia de su deficiencia o discapacidad, que le limita en su vida normal. La minusvalía se caracteriza por: existir una desviación con respecto a la norma, su importancia depende de las normas culturales, supone una desventaja para ser independiente o integrarse en la sociedad.